martes, 3 de julio de 2012

20 primaveras

Y te acostarás con la soledad que se siente al no haber recibido una felicitación a las doce. Despertarás con miedo de mirar el móvil y no encontrar nada. Tomarás el café diario de las 4 al mismo tiempo que espero ver algún desastre en televisión con tu imagen de fondo. Pasarás el día sin abrir regalos, tan solo abrirás algunos condones nostálgicos a la vez que yo deshojo margaritas sin llegar al ultimo pétalo empujado por la evidencia de la falta de amor. A la noche barrerás la barra del bar pidiendo dos copas, insinuando que esperas a alguien, para  no sentirte solo. Al final de la noche acabarás bebiendo por dos, tú que nunca has entendido el significado de tal numero. Lo mas divertido será como pasas la yema de tu dedo índice por el borde de la copa mientras imaginas cosas, tal vez recordando aquel 3 de julio en el que solo hacia falta descolgar un teléfono, pedirme que te enseñara el significado de los números pares y que así la tradición de pedir un deseo antes de soplar las velas tuviera sentido. Pedir un año mas, ya no sé si será conmigo. Lastima que tu solito, tras varias eyaculaciones olvidases que dos es igual a uno y que no caben tres.
Yo por mi parte ya había pensado diferentes maneras de atentar contra la vida de aquel domingo y en este instante se me ocurren otras tantas para atentar contra la vida de este martes que te recuerda que sigo aquí donde dejaste los puñales despuntados. Quizás no me encuentre recordando la misma fecha pero no rechazo la felicidad del 17 de octubre, ni el amor del 14 de febrero, ni las sorpresas del 17 de mayo, ni la venganza en agosto…
Caminarás por calles desiertas deslizando tus dedos entre barrotes de las ventanas de ciertos hogares donde descansan familias que en unos días saldrán de vacaciones, puertas que no te llevarán a ninguna custodia compartida con mis labios. Al mismo tiempo yo repasaré la textura de los asientos de algún coche conducido por aguas que se dejan arrastrar por corrientes de dudosa reputación.
Volverás a casa sintiéndote extraño al no encontrar ningún sujetador colgando del espejo retrovisor, ninguna mano resbalándose por el cristal, ninguna espalda apoyándose en el volante haciendo sonar, por accidente, el coche. Mientras tanto yo me quemaré los labios con cigarrillos de liar sin saber si me jode mas cumplir años sin ti o que cumplas años sin mí.
Y te acostarás con la soledad que se siente al no haber recibido una felicitación a las once y cincuenta y nueve.

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